Las caídas son uno de los síndromes geriátricos más prevalentes y con mayor comorbilidad asociada en ancianos (prevalencia del 30% en mayores de 65 años). Conllevan efectos negativos sobre la vida del paciente en términos de discapacidad, hospitalización, institucionalización e incluso mortalidad, suponiendo el 1% de los costes globales de la sanidad.
La Guía Mundial de Prevención y Manejo de Caídas es el primer documento de consenso internacional para el abordaje de las caídas, con objetivo de promover un envejecimiento saludable y disminuir su impacto en ancianos.
Basándose en las recomendaciones de mayor evidencia, se destaca la importancia de realizar un screening rutinario a todos nuestros pacientes, puesto que se ha demostrado que éstos no las reportarán espontáneamente. La herramienta propuesta es la realización de tres preguntas clave (3KQ): “¿Has caído en el último año?” “¿Te sientes inestable cuando te levantas o caminas?” “¿Te preocupa caer?”. Con una única respuesta afirmativa ya se recomienda estratificar el riesgo según criterios de gravedad y la evaluación de la marcha y el equilibrio.
De igual importancia será valorar los componentes que incrementan las posibilidades de caída, como una prescripción farmacológica inadecuada (START- STOPP), factores cardiovasculares, deterioro cognitivo, deprivación sensorial, incontinencia urinaria, manejo del dolor y factores extrínsecos referentes al hogar y su entorno.
Esta valoración divide a la población en tres estratos con intención de adecuar las intervenciones:
-Bajo Riesgo: educación en prevención de caídas y actividad física de intensidad intermedia o vigorosa, considerando que caminar no disminuye el riesgo.
-Riesgo Intermedio: Ejercicios supervisados para mejorar equilibrio, marcha y resistencia, para mantener la funcionalidad en las actividades básicas de la vida diaria.
-Alto Riesgo: abordaje multidisciplinario, ejercicio individualizado e inclusión de cuidadores y preferencias en la planificación.
Se recomienda con grado de evidencia 1A que la actividad debe realizarse al menos 3 veces por semana durante 12 semanas con intensidad creciente para obtener una mejora significativa.
No es necesario estratificar a pacientes institucionalizados, dado que esta condición per se constituye un indicador de alto riesgo, independientemente del resto de los factores.
OPINIÓN:
Las caídas en la población geriátrica son un problema frecuente, con gran comorbilidad asociada y que en muchas ocasiones pasa inadvertido por el personal sanitario. En esta guía se propone por primera vez una forma estandarizada de estudio y manejo de este síndrome geriátrico. Consideramos que su principal ventaja es la posibilidad de disminuir el riesgo mediante una serie de intervenciones sencillas que pueden llevarse a cabo por personal sanitario entrenado, sin necesidad de recursos o técnicas complejas. Por ello, su uso sistemático puede ayudar a incrementar la detección de riesgo y, consecuentemente, disminuir la prevalencia.
Referència: Montero-Odasso, M., van der Velde, N., Martin, F. C., Petrovic, M., Tan, M. P., Ryg, J., ... & Masud, T. (2022). World guidelines for falls prevention and management for older adults: a global initiative. Age and ageing, 51(9), afac205.
Anna María Puig, Guido Bertea, y Andrea B. Inturias.
Residentes de Segundo y Tercer año del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (Barcelona)