Los pacientes ancianos han sido los más afectados por la pandemia del COVID-19, en especial aquellos que se encontraban institucionalizados. Éstos no sólo han vivido la gravedad del inicio de la pandemia, sino que actualmente siguen sufriendo las consecuencias derivadas del aislamiento por las restricciones implementadas para evitar los contagios.
En relación a ello, hoy quería hablar sobre un artículo recientemente publicado en la revista “Journal of Aging and Health”, que se trata de una revisión de la literatura, previa a la época de la pandemia del COVID-19, para hallar factores de riesgo que contribuyan al aislamiento social de estos pacientes.
Estos factores se agruparon en tres tipos:
- Factores individuales, intrínsecos del residente, como por ejemplo, déficits sensoriales, deterioro cognitivo, la dependencia física, etc., y la dificultad que deriva de ello en la forma de relacionarse con otros residentes o incluso con el personal sanitario de la residencia
- Factores dependientes del sistema: la localización geográfica del centro, muchas veces lejos de la familia y amigos, reduciendo las posibilidades de interacción con los mismos; la escasez de personal que limita la posibilidad de pasar más tiempo con cada residente; la pérdida de contacto con “el mundo exterior” y la falta de autonomía.
- Por último, factores estructurales: las características de los centros residenciales, la falta de zonas comunes o de actividades que permitan relacionares unos con otros y la heterogeneicidad de los residentes que en algunos casos podía dificultar las relaciones entre ellos.
En la discusión y las conclusiones, quieren hacernos reflexionar sobre la falta de evidencia científica a este respecto, dado que en general en la literatura se han centrado más en el aislamiento social de los ancianos que viven en la comunidad y existe poca evidencia en aquellos institucionalizados. Asimismo, también se valora la importancia de encontrar métodos para poder detectar aquellas personas con mayor susceptibilidad de presentar estas dificultades y poder establecer estrategias que ayuden a prevenir las consecuencias que de ello deriven.
Ahora, que parece que el virus nos da un pequeño respiro, deberíamos reflexionar y valorar todo el daño colateral que ha producido el aislamiento absoluto en estas personas y empezar a buscar estrategias para subsanar este problema tan grave y con tantas implicaciones a nivel físico y emocional.
Referencia: Boamah, S. A., Weldrick, R., Lee, T. S. J., & Taylor, N. (2021). Social Isolation Among Older Adults in Long-Term Care: A Scoping Review. Journal of Aging and Health, 08982643211004174.
Isa Arnau
Geriatra, Parc Salut Mar